Como complemento a este repositorio de carácter abierto, hemos realizado una investigación de corte etnográfico y documental en dos partes; 

Publicaciones en distintos medios. A destacar:

Por una lado, el libro de corte etnográfico Piñatas y Carnaval. Entretejiendo la tradición editado por Menoslobos, disponible en PDF en la pestaña recuadrada.

Por otro, un extenso artículo "La piñata. Juego, rito o mito?" dentro del libro ¿Quién(es) rompe(n) las piñatas? editado por el Museo de arte y diseño contemporáneo de San José, Costa Rica, con motivo de la exposición del mismo nombre en el año 2022-2023 en la que, además, participé como artista con una pieza,

Y el artículo científico que lleva por título "La piñata. Una aproximación a su carácter ritual en los antiguos carnavales europeos". Publicado por la editorial Thomson Reuters-Aranzadi dentro de La cultura y el humanismo del siglo XXI, dicho artículo fue presentado en el Congreso Universitario Internacional sobre Contenidos, Innovación y Docencia CUICIID 2021 dentro de la rama de Antropología, a través de una conferencia que se reproduce a continuación.

"La piñata. Una aproximación a su carácter ritual en los antiguos carnavales europeos."

María Camba


Resumen

Presentamos una investigación documental que trata de establecer los orígenes de las piñatas en Europa y, su vínculo con la fiesta de carnaval. Así como, esclarecer el proceso por el que pasaron de tener importancia significativa durante siglos en España, prueba de ello es que el último domingo de carnaval aún mantiene el nombre de domingo de Piñata, a casi desaparecer.

Muy populares actualmente en América Latina, máxime en México adonde constituyen uno de sus símbolos de identidad cultural, es ampliamente conocido que arribaron allí en el siglo XVI junto a monjes españoles y empleadas como ingenio evangelizador.

El objetivo es esclarecer y registrar su historia anterior. Además, demostrar su valor como elemento totémico ritual basado en un mito. Pretendemos rescatar su valor simbólico originario.

Respecto a la metodología empleada, debido a su escasa presencia hoy día en Europa, no existen trabajos previos sobre el tema. En internet encontramos algo de literatura al respecto, escasa, que no permite llegar a las fuentes originales con lo que confunde incluso más. Ha sido al revisar en profundidad textos clásicos de antropología, historia y literatura, como hemos realizado una triangulación entre distintas fuentes que nos han permitido establecer hipótesis y, sobre todo, entender su evolución en el territorio español.

A nuestro país llegan desde Italia, donde, por medio de un sincretismo entre ritos funerarios de la antigua Grecia, festividades orientales de fertilidad y costumbres campesinas propias, se mezclaron en el tiempo. Todo superpuesto llega a España, embrollándose con ritos litúrgicos de la Edad Media, dando como resultado un juego de tiento de carácter popular para todas las edades, consistente en, con los ojos vendados, romper con un palo una olla de barro con forma de piña, de la que caen dulces a modo de obsequio. Práctica que evolucionó hasta convertirse, con el auge de los bailes de máscaras en el siglo XVIII, en baile de cuerda que se celebraba el último domingo de carnaval en salones y casinos. Transformación que refleja el devenir de esta celebración, que pasó de un carácter rural y popular, a otro más urbano y refinado.

A la conclusión que llegamos es que, como otros objetos, las piñatas han sufrido un proceso de desritualización, especialmente significativo tras la enorme pérdida que supuso, a todos los niveles, la Guerra Civil. Infantilización y degeneración son características que les han llevado de ser el elemento bisagra entre carnaval y cuaresma, con el peso que esto suponía –ya que marcaba el fin de la fiesta europea por antonomasia–, a un simple pasatiempo infantil de cumpleaños que imita las formas de los personajes Disney de moda en cada momento. Ello es reflejo de la deriva en la que se halla sumida la sociedad del siglo XXI con la perdida de sus rituales.


Palabras clave: Piñatas - Carnaval - Ritual - Mito - Juego

I. Nociones introductorias sobre el origen ritual de la piñata

El objeto de esta investigación es resaltar un hecho relevante: la costumbre de romper piñatas en Europa no solo ha sido un popular divertimento durante siglos, sino también un auténtico ritual. Como es sabido, la práctica consiste en fragmentar un recipiente, normalmente suspendido, relleno de dulces o regalos insignificantes, para que los concurrentes, con los ojos vendados, le acierten con un palo o bastón y se resquebraje, obteniendo sus obsequios y provocando gran algarabía en torno a él. Trataremos de establecer sus orígenes en Europa, además de su vínculo con la fiesta de Carnaval. Asimismo, esclarecer el proceso por el que pasaron de tener una gran importancia secular en España, a desaparecer, prácticamente.

Aunque durante largo tiempo gozaron de enorme popularidad unidas al Carnaval, hoy este hecho pasa totalmente desapercibido. La piñata era el elemento que lo cerraba, dando paso a la Cuaresma; se rompía en el baile del primer Domingo de Cuaresma en España e Italia. Hoy día, esta práctica en nuestro país casi se ha extinguido, si bien existen notables excepciones de carácter puntual. Tradición ampliamente extendida antes de la Guerra Civil por todo el territorio como sugiere el hecho de que aún a día de hoy a este domingo se le sigue llamando Domingo de Piñata.

El Carnaval ha sido la fiesta por antonomasia común a toda Europa. Se caracteriza esencialmente por la exaltación de lo festivo, lo mundano y lo carnal; un tiempo en el que se produce una inversión de valores físicos, sociales y morales. Este principio de inversión es la característica principal de la fiesta. Y no deja de ser una válvula de seguridad, una fiesta que encierra equilibrio: en realidad lo que subyace en ella es un igualitarismo. Siendo durante unos días el mundo al revés, una forma concreta de la vida humana, en el Carnaval participan todos por igual, y no como meros espectadores, ya que es una fiesta para todo el pueblo. Por tanto, el carnaval fue siempre fiel aliado del poder en cuanto que, contra lo que se cree, protege lo preceptivo en razón de la ordenación del desorden. Como afirma Bajtin: “Los espectadores no asisten al carnaval, sino que lo viven, ya que el carnaval está hecho para todo el pueblo. Durante el carnaval no hay otra vida que la del carnaval” (2005, p. 13).

El Carnaval europeo es en realidad un tiempo contradictorio que establece varias dicotomías entre lo viejo y lo nuevo, entre norma y trasgresión, lo real y lo simbólico, represión y liberación. Desde el punto de vista ritual (Eliade, 2001) el Carnaval es una narración sobre la necesidad de regeneración que ha de derribar el tiempo transcurrido; el invierno deja paso a la primavera: la naturaleza vuelve a renacer. Hay mucho de culto a la vegetación. El invierno es tiempo de oscuridad y escasez, que desde antaño fueron combatidas en Europa por medio de rituales en los que la personificación de elementos vitales posee un carácter simbólico.

En Europa, debido a un fenómeno de globalización, la piñata nos ha venido de vuelta desde Estados Unidos, perdiendo su valor ritual y simbólico de clausura del Carnaval, para usarse mayoritariamente en fiestas de carácter infantil en las que las piñatas representan los personajes de moda de cada momento. A Estados Unidos llegan a través de México, país en el que alcanzan su máxima popularidad, constituyendo un auténtico símbolo de identidad cultural. Fueron los evangelizadores españoles los que las introdujeron en el país azteca con la conquista a principios del siglo XVI, al encontrar en ellas un instrumento de captación de fieles entre los indígenas debido a su vistosidad. A la sazón, estos artefactos que habían tenido un carácter pagano e transformaron en icono religioso que representaba las tres virtudes teologales: Fe, Caridad y Esperanza. Aunque en el México de hoy día ha perdido gran parte de su simbolismo religioso, sí continúa siendo muy popular durante las tradicionales Posadas de Navidad, adquiriéndose en mercados populares los meses previos. Es en su camino a Estados Unidos cuando pierde totalmente el significado devoto que poseían en el país azteca para convertirse en otro objeto más de consumo.

Quizás por su carácter efímero, quizás porque durante siglos la piñata no fue más que un simple artefacto de barro, no es hasta entrado el siglo XVIII, con el auge de los bailes de máscaras, cuando empieza a engalanarse con cintas de colores en casinos y salones. Es entonces cuando pasa de ser un juego de tiento popular a un baile de cuerda, que ejemplifica cumplidamente la paulatina transformación de un carnaval rural y sencillo hacia otro más urbano y sofisticado. El caso es que nunca ha sido objeto de estudio de carácter serio, lo más probable porque hasta ahora no ha tenido valor artístico, siendo un objeto meramente popular. Esta investigación tiene por objeto revelar la importancia que tuvieron en Europa, esclarecer su posible origen, así como subrayar su carácter ritual y su valor como elemento totémico basado en un mito. Pretendemos rastrear su valor simbólico primitivo.

 Al buscar el origen primigenio de las piñatas encontramos dos teorías; Italia y China parecen ser los lugares de los que provienen. A pesar de una exhaustiva labor de investigación no se encuentran datos del todo categóricos que permitan declinarse por una u otra.

Debido a su escasa presencia hoy día en Europa, no existen trabajos previos sobre el tema. En internet encontramos algo de literatura al respecto, escasa, que no permite llegar a las fuentes originales con lo que confunde incluso más. Ha sido al revisar en profundidad textos clásicos de antropología, historia y literatura, que hemos triangulado entre distintas fuentes que nos han permitido establecer hipótesis. De igual modo, obras artísticas anteriores al siglo XX nos han proporcionado información valiosa de la forma en que se realizaba el ritual en épocas pasadas.


II. Etimología y evolución

Parece claro que el ritual llega a España desde Italia, donde se mezcla, por medio de un sincretismo en el que se advierten ritos funerarios de la antigua Grecia, festividades orientales de fertilidad y costumbres campesinas propias, con diversos ritos litúrgicos de la Edad Media, dando como resultado un juego de tiento de carácter popular.

Si acudimos al “Breve diccionario etimológico de la lengua castellana” de Corominas, confirmamos que la palabra tiene su origen en Italia y, que se documenta en España desde el siglo XVI cuando en la entrada referente a la palabra pino encontramos: “Piñata, 1517, del it. Pignatta “olla” por la semejanza de las ollas antiguas con una piña, de donde domingo de piñata, en que se rompe una olla llena de dulces.” (1983, p.459)

Si consultamos su actual significado en el “Diccionario de la RAE” en línea, se refiere de nuevo al italiano con pignatta, teniendo en castellano como segunda acepción la siguiente definición:

"Vasija de barro, llena de dulces, que en el baile de máscaras del primer domingo de Cuaresma suele colgarse del techo para que algunos de los concurrentes, con los ojos vendados, procuren romperla de un palo o bastonazo, y, por extensión, la que se pone en una fiesta familiar, de cumpleaños o infantil."

Además, nos remite a otras dos entradas: “Baile de piñata: baile de máscaras que se celebra el primer domingo de Cuaresma y que suele incluir la diversión de romper la piñata”. Y: “Domingo de Piñata: Primer domingo de Cuaresma.”

Ratificamos a partir de aquí el fuerte vínculo entre piñatas y Carnaval. Contextualicemos brevemente antes la importancia que ha tenido esta fiesta en Europa, ya que puede ser difícil de imaginar para el hombre del siglo XXI. Los rituales festivos -los carnavales lo son especialmente- son tradiciones culturales vivas, bienes culturales inmateriales vinculados a la tradición y a la memoria colectiva capaces de transmitir valores culturales intangibles. Tienen la capacidad simbólica de representar a la sociedad a través de la creatividad estética y arte popular, sin olvidar su disposición de crear afectos y sentimientos compartidos, produciendo mecanismos para la socialización y la posibilidad de adaptarse a los cambios sociales conectando al individuo con la comunidad, su presente con su pasado.

La persona que mejor ha estudiado los carnavales en España, el antropólogo, historiador, etnógrafo y folclorista Caro Baroja, subraya el carácter lúdico y bromista de esta fiesta, señalando la marca del cristianismo al afirmar que está relacionado directamente con la idea cristiana de la llegada del ayuno con el advenimiento de la Cuaresma. Opina que el Carnaval consigue su cometido a través de la destrucción de las normas que rigen el mundo y construye otro mundo que corre paralelo al oficial, mundo creado que se contrapone al discurso oficial. Encontramos un pequeño texto que hace referencia a las piñatas:

"Este juego se debe relacionar acaso con el muy extendido propio del llamado “Domingo de Piñata”, es decir, pignatta (olla en italiano), o sea el primero después de Carnaval, durante el cual se colgaba una olla o cántaro con algo dentro y se intentaba romper con un palo y los ojos vendados, juego muy extendido en España, y sobre todo en Andalucía."(1965, p.135)

El mismo autor, en sus notas de viaje por Andalucía, nos da idea de que el juego encierra galardón, pero también contiene el espíritu burlesco carnavalesco al rellenarse con objetos molestos al hacer la siguiente referencia: “El Domingo de Piñata se hace el juego de romper la piñata, con sus cintas de papeles de colores, que puede encerrar regalos y obsequios, pero que a veces contiene, asimismo, ratones y cáscaras de huevo.” (Caro Baroja, 1993, p. 115)

La mejor descripción, no obstante, la encontramos en un texto del siglo XIX de Luis Montoto dedicado a costumbres andaluzas de folclore, que nos da muchísimas claves de cómo fue el uso tradicional de este objeto en España:

Entrada ya la Cuaresma, las gentes bullangueras y maleantes anhelan echar un día más á perros. Les ha sabido a poco los tres del Carnaval. Los recuerdan con verdadera delectación y quieren volver a presenciar las alegres escenas en que tomaron parte. Y se salen con la suya; se amparan del primer domingo que se les viene a las manos, y en él reproducen las mismas fiestas de aquellos días. Llaman a éste Domingo de Piñata, y es el último adiós dado al desenfreno y á la locura. Lucen los mismos disfraces, se reúnen en comparsas, recorren las calles, burlan á todo el mundo y por la noche rompen la piñata.

No acude el pueblo a los teatros; pero los vecinos del corral hacen en la sala del convecino de más buen humor una piñata, que no tiene que envidiar nada á las que lucen en los salones más aristocráticos. La piñata es en el corral una olla o cántaro que cuelgan del techo, después de haberla llenado de dulces.

A la hora convenida se reúnen en la sala los convidados y empieza la fiesta. Cuando el vino alegra los corazones más tristes; da habla á los mudos; enmudece á los más elocuentes, que han empinado el codo más de lo que la regla manda; tiñe de carmín las mejillas de las buenas mozas que pelan la pava sin dárseles un ardite del concurso, al que ponen el gorro, y hace de todas aquellas gentes una sola familia, unida por los lazos de la confianza más íntima—¡qué tanto es el poder del zumo de uva! —rompen la piñata. Los que quieren tomar parte en la fiesta, hombres y mujeres, se dejan vendar los ojos y se arman de palos. Luego, uno a uno, desde el extremo de la sala, avanzan á tientas hacia el sitio en que la piñata está colocada y descargan sobre ella los garrotes. Muchas veces azotan al viento, y no pocas vapulean las costillas de algún curioso o entrometido, pero no por eso se agua la fiesta, ni vienen a las manos los asistentes en ella, y sí se aviva más y más.

La piñata cae, por fin, rota en mil pedazos; y todos se tiran a tierra para recoger los dulces que vienen de lo alto como desde el cielo. Entonces sí que la sala presenta el más divertido de los espectáculos imaginables. Ruedan por los suelos hombres y mujeres, mozas y mozos, sin pararse en barras ni andarse con remilgos. Se empujan, se codean, se atropellan. Todos van a cuál coge más dulces; y no se curan las doncellas de que les arruguen las enaguas, ni de que les deshojen las flores que perfuman sus trenzas, ni de que ojos pecadores escudriñen encantos que el pudor retiene entre prisiones.

Con la caída de la piñata muere, para resucitar al año venidero, el Carnaval, fiesta que va de pasada por tierras de Andalucía, y morirá de una vez para siempre, si Luzbel, que al decir de las gentes que saben al dedillo estas cosas, la inspira, no lo remedia. (1884, p. 301)

Las piñatas llegan a España desde Italia; allí la costumbre está documentada, especialmente en el Sur, territorio en el que gozaba de mayor tradición, desde la Edad Media, aunque probablemente es anterior. Muy extendidas en casi todas sus regiones, su popularidad fue tal que logró traspasar fronteras y encontrar buena acogida en Francia, Holanda, Bélgica, Portugal y España.

Respecto a su origen primigenio, diversos autores defienden la teoría de que las piñatas llegaron desde China a Italia, a través de los viajes de Marco Polo en el siglo XIII, aventuras recogidas en “El libro de las maravillas”. Revisando exhaustivamente dicho libro, no hemos encontrado en él ninguna referencia directa a las piñatas, ni tampoco a la fiesta Da chun niu. Dicha festividad es la que se cita en varios textos cuando se habla de este origen, pero sin llegar nunca a la fuente original.

Expliquemos la citada ceremonia. Tradición con más de 2000 años de antigüedad, tiene como protagonista golpear un buey de terracota recubierto con papeles de colores, relleno con distintos tipos de semillas en un ritual de fertilidad que busca que una vez se esparzan la cosecha del año venidero sea abundante. El acto se lleva a cabo en el momento de Lichun, esto es, principio de primavera. La costumbre adquirió popularidad masiva en el siglo XI con el Emperador Ren de la dinastía Song del Norte, debido a la emisión de un decreto que la institucionalizó formalmente.

Según lo explicado, encontramos similitudes claras entre Da chun niu y el ritual de las piñatas; semejanzas tales como los adornos de colores en el buey, el palo, los objetos que caen, el elaborado ritual, la multitud que participa, las creencias asociadas y la fecha elegida.

A pesar de que Marco Polo no las menciona, la posible vinculación con China hemos descubierto que llega a través de una obra esencial en los inicios de la Antropología, “La rama dorada” de James Frazer, el primer análisis de mitología comparada occidental, además de un estudio completo de magia y religión. Al hablar de deidades antiguas de la vegetación como animales, en el apartado relativo a Dionisos, la cabra y el toro explica:

"Todavía se manifiesta más claramente el toro como una personificación del espíritu del grano en una ceremonia que se efectúa en todas las provincias y distritos de China, para saludar la proximidad de la primavera. La figura está confeccionada de trozos de papeles de colores engrudados sobre un armazón por un hombre ciego o siguiendo la indicación de un nigromante. El buey está repleto de grano de cinco clases distintas, que va saliendo por las roturas del papel a los golpes de las varas. Según un informe, la imagen del buey está hecha de arcilla y, después de ser golpeada por el gobernador, la gente la apedrea hasta romperla en pedazos, "de los que aguardan un año abundante". Aquí el espíritu del grano se muestra con toda evidencia por el buey relleno de grano y cuyos fragmentos puede suponerse por esto que traerán la fertilidad." (1981, p.532)

Es muy probable que esta mención en el citado libro, obra transcendental que influyó enormemente en la mentalidad antropológica de las décadas posteriores a la fecha de su publicación, 1890, sea la que dio origen a toda una serie de especulaciones que llevan al supuesto origen chino de la piñata, ya que como nota de pie de página incluye:

"En España y otros países, el primer domingo de cuaresma se llama Domingo de Piñata. La piñata, que se rompe con gran algazara, tiene a veces forma animal o humana. Su interior contiene una colación de frutos secos y frescos, golosinas y juguetes. Puede verse en esta costumbre una supervivencia degenerada de la antigua usanza." (1981, p.532)

Autores como el antropólogo estadounidense Foster se inclinan por un origen italiano cuando narra en “Cultura y Conquista. La herencia española de América”:

"La costumbre de la piñata parece haber desaparecido en España, aunque todavía se conoce el Domingo de Piñata, y he visto en Levante niños enmascarados o con la cara cubierta de colorete, vestidos fantásticamente, que van por las calles formando su propia, diminuta partida. El origen de la piñata parece ser italiano, como lo indicaría el vocablo “pignatta”, que significa “vasija” en la lengua de Dante." (1962, p. 305.)

Teoría que comparte el historiador mexicano Weckman:

"El origen de la piñata no encierra misterio alguno. En España el carnaval se prolongaba hasta el primer domingo de Cuaresma llamado “domingo de piñata”. Esta palabra viene del italiano pignatta, que designa una vasija redonda parecida a una piña (fruto del pino) por su forma; se llenaba de dulces, se colgaba durante el baile de máscaras del mencionado primer domingo de Cuaresma y se rompía con el regocijo de los presentes." (1994, p. 210)

Respecto a la consideración del acto como un rito, aclaremos antes que los rituales han sido fundamentales desde el momento en que tienen la capacidad de reproducir la estructura social, las normas y la cultura en el más amplio sentido de la palabra. Piedra angular sobre la que descansa el sentido del ciclo del año y el de la vida humana, funcionan como código cultural complejo, conjunto de signos y lenguajes interpretables desde la perspectiva de cohesión del grupo y de refuerzo de identidad con toda una serie de mensajes de diferente intensidad y valoración sumamente importantes para el desarrollo de la vida del hombre y del grupo.

¿Por qué el ritual de la piñata se enclava precisamente en ese momento del año? Debemos tener en cuenta que el Tiempo en la época del hombre antiguo se percibía de manera diferente a la nuestra. Nuestros antepasados comprendían el Tiempo de forma cíclica, incluyendo en ella también elementos contrarios, mientras que para nosotros se desarrolla de forma lineal, de manera que todo está siempre en curso. Por tanto, es probable que fuera un rito pagano anterior al cristianismo, ya que recuerda antiguas tradiciones populares del período de transición entre el invierno y la primavera que con la llegada del cristianismo se fueron readaptando. La sabiduría popular, al igual que la religión, aceptó todo esto y lo tradujo en actos simbólicos.

El inicio de la Cuaresma marcaba un punto de inflexión en el que comenzaba un período de penitencia, ayuno, con abstinencia de carne y de todos los placeres corporales. El significado principal era poder reflexionar mejor sobre la fugacidad de las cosas terrenales, esperando la resurrección de Cristo para abrir las puertas de la vida eterna al alma humana. La frivolidad del Carnaval dejaba paso a la virtud de la Cuaresma; es importante reseñar que la práctica de romper piñatas no se ciñe a las consabidas fechas de domingo, lunes y martes precedentes al Miércoles de Ceniza, sino que se produce una vez finalizado el Carnaval. Era una especie de desahogo al principio de la Cuaresma, último momento de desenfreno, un paréntesis festivo en el tiempo ya de recogimiento, lo que le confiere una connotación ritual entre lo sagrado y lo profano, favorecida por su ubicación temporal entre medias. Estamos ante un elemento ritual que funciona como elemento bisagra entre dos momentos antagónicos y que contiene tanto los símbolos de uno como del otro.

Como en todo rito, existen significados más antiguos que se pierden con el paso del tiempo. El ritual de la piñata podría ser más antiguo de lo que imaginamos. Ciertamente, tiene sus raíces en esos ritos equinocciales de primavera y renacimiento, momentos delicados del año agrícola y de la espiritualidad humana indisolublemente ligada a él. Recuerda a los ritos del antiguo Año Nuevo. Puede tener muchas equivalencias, una de las más atractivas apoyada por eruditos italianos que opinan que la piñata representa el útero sagrado de la Gran Madre del que pronto surgirá la vida. La rotura de la piñata, queriendo captar el doble sentido de las frases vulgares, es el acto copulador que aguarda la procreación, momento desafiante y extremadamente sensible en el que la propiciación de la fertilidad animal y vegetal juega un papel primordial. En este sentido, el gesto de "romper" en las bodas, con la rotura del plato, es un símbolo de la desfloración que sufre la novia, pero también la interrupción de un período de su vida, el de la juventud, para un nuevo camino, el de la madurez dentro de la nueva familia. Así surge la piñata al final del Carnaval, un momento de subversión, para la reintegración total, a través de la penitencia cuaresmal, en el renacimiento primaveral y pascual. Un valor simbólico que, más allá del vulgo que tiende a asociarlo con el sexo, tiene un valor mucho más sagrado como objeto hueco y oscuro, símbolo invariablemente del útero divino de la Gran Madre.

Para autores como Allegretti, el significado simbólico de la ruptura de la pentolaccia, el otro nombre popular como el que se conocen en Italia las piñatas, lo acerca al equinoccio de primavera. Algunos estudiosos argumentan que es un rito de adivinación, sobre todo en lo que respecta a la condición de fertilidad de la mujer. El investigador italiano Donatacci Giuseppe relata:

"La "pignatta" se coloca en una posición suspendida, entre la tierra y el cielo como una campana. La campana no es más que un jarrón volcado con un badajo en su interior que produce vibraciones al batir, o, de nuevo, un mortero volcado, claro símbolo de fecundidad. En la antigüedad, las vibraciones proporcionadas por campanas, cascabeles y otros instrumentos eran funcionales para la eliminación de los espíritus malignos. Además, la "paliza" acerca el rito de la piñata al del Carnaval, ya que regalar un palo una vez más equivale a exorcizar el mal y dar la bienvenida a la suerte. Cuando el hombre con los ojos vendados (el destino) golpea la "piñata”, produce sonidos que sirven para ahuyentar a los malos espíritus. Cuando el hombre de los ojos vendados rompe la "piñata" las semillas que consisten en frutos secos caerán al suelo. Es como si el invierno (frutos secos) saliera para dar paso a la primavera (alegría colectiva)."  (2013, 18 de febrero)

El mito que se puede descifrar del rito de la piñata nos conduce a Erígone, hija de Ícaro. La mitología representa a Ícaro con un cántaro; la persona con los ojos vendados nos lleva a Erígone, que deambula buscando a su padre. La ruptura de la piñata indica la ruptura del vínculo mórbido entre padre e hija y también puede interpretarse como un rastro del complejo de Edipo femenino. Si la piña, querida por Attis, que encontramos en la etimología de pignatta, es un símbolo fálico claro, la piñata indica el símbolo uterino y su ruptura alude a la liberación del útero obstruido. Crisetti acude en ayuda de esta interpretación para quien “el rito es un símbolo de los miedos ancestrales de la mujer -especialmente el de no poder procrear- y del deseo de exorcizar todo mal” (2021, 18 de febrero).

Es interesante señalar el gran paralelismo que guarda con otro de los rituales más importantes de Carnaval en España y que tiene que ver con el gallo, uno de los personajes centrales de esta fecha. Ritos lúdicos y juegos ritualizados. Respecto a que la piñata pueda constituir un elemento totémico de carácter ritual, nos apoyamos en las palabras de Luis Díaz Viana:

"Quizá las costumbres actuales que conocemos en torno al gallo hayan tenido orígenes diversos. Pero, a riesgo de generalizar en exceso, podemos suponer que, en una trayectoria muy esquematizada, algunas de las prácticas de hoy son fruto de la sucesiva sustitución del "tótem" primigenio por otros objetos. "Piñatas", "Cintas y argollas" en ocasiones han venido a representar el papel del "gallo". Este, probablemente, ocupó el lugar de otro "ente", se convirtió en su símbolo. En mi opinión, el ave -en las modalidades hispánicas que he tratado- no encarna el "espíritu del grano", como suponen las teorías de Frazer, sino que es sucesor en el sacrificio totémico, del macho mismo, del ser humano." (1982, p.34)

En la misma línea Foster en “Cultura y conquista. Herencia española en México”:

"La semejanza conceptual entre pegarle a una piñata, mientras se está vendado, y atizarle al gallo que cuelga, es evidente; los dos rasgos tienen, quizá, raíces antiguas y comunes, o tal vez sea la piñata una forma refinada de la matanza del gallo, desprovista de brutalidad." (1962, p.305)

Retrocediendo en el tiempo encontramos otro rito que también podría estar relacionado, según apunta Eduardo Carrero Santa María. Se trata de una ceremonia litúrgica que se celebraba en la Catedral de Zamora conocida con el nombre de “correr el cántaro” cuyo significado simbólico apuntaría al reconocimiento de la fragilidad de la condición humana. Muy popular desde el siglo XIII hasta el siglo XVII, consistía en hacer volar desde el presbiterio un gran incensario cerámico mediante unas poleas y vigas situadas en el crucero que resultaba bamboleado y roto con gran estruendo, en los días anteriores a misas solemnes, bajo el cimborrio de la catedral. Por tanto, la piñata pudo tener antecedentes religiosos que, por alguna razón, salieron de su tiempo normal y se desritualizaron. Ya Covarrubias, se refiera a este hábito en el siglo XVI, en la entrada de la palabra cántaro:

En Zamora dicen hay una ceremonia en la iglesia catedral cierto día de solemnidad que cuelgan un cántaro del techo y le bambolean de una parte a otra, hasta que dando con él en la techumbre le quiebran, y dicen ciertas palabras conceptas, significándonos por ellas, consideremos nuestra fragilidad y lo que dijo S. Pablo 2 ad Corinthios capite 4. Habemus autem thesaurum istum in vasis fictilibus etc. Algo parece aludir a esto el Ecclesiastes cap. 12 y último, va acordando al hombre su fragilidad y su postrimería y dice Memento Creatoris tui… (1534, p.190)

Por último, señalar que las piñatas han sido retratadas a lo largo de su historia por artistas de diversos campos. Destacan en pintura cuadros de Peter Brughel el Viejo, Pietro Longhi, Carlo Lasinio, y José Gutiérrez-Solana, grabados de Claudine Bouzonnet Stella y Batista Capezzoli, por citar solo los ejemplos más representativos. Encontramos ecos de su voz en la literatura de Cervantes, Pardo Bazán o Pérez Galdós entre otros. Llama la atención que incluso aparecen como protagonistas en una película de los hermanos Lumière con el nacimiento del cine. Y de nuevo, en el país galo, narradas en las aventuras de François Rabelais. Ahora bien, el hallazgo más extraordinario, lo encontramos en un códice en el que aparece representada lo que aparenta ser una piñata primaria. Hablamos del “Manuscrito Bodley 264”, que recoge el Romance de Alexander, uno de los manuscritos iluminados más importantes de todos los tiempos, no solo por ser una de las cumbres del arte iluminador, si no por toda la información relativa a ideales y costumbres fundamentales de la cultura de la época, siglo XII-XIII, en que se produjo la obra.


III. Pasado y futuro

Como vemos, aunque no hay ningún específico estudio riguroso previo sobre las piñatas y su origen, encontramos pequeños fragmentos en textos y obras de arte muy antiguas que permiten afirmar que han sido realmente populares en Europa. Especialmente en Italia y España, donde establecían una pequeña tregua de esparcimiento en el comienzo del periodo de recogimiento de cristiano que sucede los cuarenta días previos a Pascua.

Su pérdida de popularidad en Carnaval está claramente relacionada con la Guerra Civil, en el caso de España y, la II Guerra Mundial, que afectó especialmente a Italia. Los carnavales en España se debilitaron con la dictadura franquista, ya que fueron prohibidos; aun así, se siguieron celebrando en muchos lugares bajo el nombre de fiestas de la primavera. Al llegar la democracia resurgen en muchas localidades, perdiendo parte de la fuerza y rituales de antaño. Actualmente, inmersos en una sociedad de consumo, la globalización, la modernidad y una economía de mercado lo han desvirtuado de forma alarmante, corriendo el peligro de convertirse en una representación teatral para turistas en lugar de una fiesta vivida por todos sus participantes de importancia capital para la cultura europea.

A la conclusión que llegamos es que parece claro que las piñatas en origen tienen mucho de rito de fertilidad. Paralelismo que comparte con la fiesta china Da chun niu con la ya hemos señalado que puede guardar una cierta relación y con la que pudo sufrir un proceso de hibridación en la Italia medieval.

Es importante señalar que ha sido un rito que marcaba el paso entre el invierno que termina y la primavera que comienza. Encontramos todos los elementos típicos de un rito de fertilidad: desde el simbólico que sucede al romper la piñata, al mágico del sonido de la campana, y también el simpático con la caída de los objetos o semillas en el suelo.

Ritual al que se le han atribuido varios significados: desde el rito propiciatorio de la fertilidad, hasta el acto de última juerga antes de entrar en el período de ayuno y arrepentimiento de Cuaresma. O también, podría ser un rito adivinatorio ya que los participantes actúan con los ojos vendados.

Asimismo, remarcar la atención sobre el hecho de que hasta hace poco ha sido un objeto construido en barro, y solo en los últimos años ha pasado a ser fabricado en cartón. El barro es un material que acompaña a los hombres desde el principio de los tiempos; la rotura de vasos, jarrones y ánforas ha sido frecuente entre los varios pueblos primitivos con un significado de protección y magia capaz de ahuyentar a los malos espíritus celosos de nuestra felicidad, estando presente en los primeros rituales funerarios y en algunos festivos. Por tanto, es creíble que en algún momento estas tradiciones se solaparan con costumbres campestres y dieran lugar al juego de carácter ritual.

Si bien nunca tuvo un valor artístico reseñable, fue extremadamente popular ya que poseía algo acaso más importante: su capacidad de generar ritos festivos a su alrededor. Es claro que su simbolismo como elemento de paso entre el tiempo del desenfreno del carnaval y la abstinencia de la Cuaresma prácticamente ha desaparecido. Importancia simbólica más que remarcable, ya que señalaba el fin de la fiesta europea por excelencia, el baile de piñata constituía el último desahogo. Pero habiendo cambiado nuestras costumbres aceleradamente, el ayuno cristiano es algo que muy poco devotos practican ya. Ahora es mucho más frecuente que las piñatas se usen en fiestas de cumpleaños infantiles, siendo un mero pasatiempo, representando las formas de los personajes Disney de moda en cada momento. Han sufrido un proceso de desritualización, infantilización y degeneración, reflejo de la deriva en la que se halla sumida la sociedad del siglo XXI con el peligro que supone la pérdida de sus rituales.

A pesar de todo esto, somos optimistas al respecto. Pese a que la mayoría de piñatas en la actualidad son un reflejo más de consumismo diligente e implacable de nuestra sociedad contemporánea, hemos encontrado una serie de artistas que trabajan con ellas desde enfoques muy interesantes. Es especialmente reseñable al respecto el trabajo de Roberto Benavidez, Confetti system, Justin Favela y Gary Baseman. Unos reclaman su valor estético y artístico, otros prefieren resaltar más su carácter ritual, destacando esa capacidad casi mágica que poseen de crear conexión y alegría a su alrededor, característica que comparten con el baile, espacios reales donde se da el "no age, no race, no class". Aquellos espacios en los que todos nos igualamos, que nos retrotraen de alguna manera al hombre ancestral reunido en torno al fuego. Unión ritual. Ambos caminos artísticos, y esto es motivo de esperanza, buscan restituir el valor que las piñatas tuvieron tiempo atrás.

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